Mi casa contigo era
la habitación de la bóveda.
Dentro de mi casa entraba
por tí la luz victoriosa.
Mi casa va siendo un hoyo.
Yo no quisiera que toda
aquella luz se alejara
vencida, desde la alcoba.
Pero cuando llueve, siento
que las paredes se ahondan,
y reverdecen los muebles,
rememorando las hojas.
Mi casa es una ciudad
con una puerta a la aurora,
otra más grande a la tarde,
y a la noche, inmensa, otra.
Mi casa es un ataud.
Bajo la lluvia redobla
y ahuyenta las golondrinas
que no la quisieran torva.
En mi casa falta un cuerpo.
Dos en nuestra casa sobran.
MIGUEL HERNÁNDEZ