Tengo menos ojeras abultadas,
los ojos brillan más y son más grandes,
han aprendido a mirar -cuestión de horas-
se me ponen más tristes por la tarde.
Me canso menos al nadar. Tiendo,
cojo y recojo sus manos húmedas
- son maravillosas-
están llenas de dedos y presagios.
Aún tengo "aristín" en las orejas
como los gatos sin amo.
Bajo lo que hubiera podido ser mi nuez,
a modo de collar,
crece una arruga
que guillotina mi pasado.
GLORIA FUERTES
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