Cabeza meditadora,
¡qué lejos se oye el zumbido
de la abeja libadora!
Echaste el velo de sombra
sobre el bello mundo, y vas
creyendo ver, porque mides
la sombra con un compás.
Mientras la abeja fabrica,
melifica,
con jugo de campo y sol,
yo voy echando verdades
que nada son, vanidades
al fondo de mi crisol.
De la mar al percepto,
del percepto al concepto,
del concepto a la idea
-¡oh, la linda tarea!-,
de la ida a la mar.
¡ Y otra vez a empezar !
ANTONIO MACHADO
Campos de Castilla
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