La siniestra oficina
se humanizaba por las noches
se oía un leve teclear.
Las máquinas se escribían
- unas a las otras-
cartas de amor.
GLORIA FUERTES
Antología de poemas y vida
La siniestra oficina
se humanizaba por las noches
se oía un leve teclear.
Las máquinas se escribían
- unas a las otras-
cartas de amor.
GLORIA FUERTES
Antología de poemas y vida
No quiero acostumbrarme a vivir sin el mar.
¿Tendré que acostumbrarme
a que nadie me cuide?
(Ya llevo muchos años de topo en soledad).
¿De qué valen millones de amigosd-conocidos,
si sólo sola y sola me tengo que acostar?
¿De qué vale la fama, la popularidad,
si sólo sola y sola me tengo que apañar?
( Voy a encender el candil ).
Tengo miedo de creer que el amor
es tan sólo un poema inventado por mí.
GLORIA FUERTES
Antología de poemas y vida
Pasé al beaterio.
El beaterio es un cuartucho oscuro
infestado de beatas,
frío, oscuro.
Al entrar tropecé y dije ¡coño!
Una ráfaga de avemarías me ensordeció.
-¡Pecado, pecado!
¡Esa mujer trae el coño en la boca!
GLORIA FUERTES
Antología de poemas y vida
Soy como un erizo dulce de agua dulce,
mis peines son defensivos,
nunca ataco si no me ataca
o me quito la petaca.
No como casi.
Fumar es mi evasión,
prefiero echar humo
a ehcar desamor.
Fumar es mi evasión,
y cuando me pagan un poema,
bebo whisky con sifón.
Soy como un erizo dulce de agua dulce.
Si me ataca ataco,
si me acaricia.... ( ¡qué cosa¡ )
yo, el erizo, me convierto en rosa.
GLORIA FUERTES
Antología de poemas y vida.
GLORIA FUERTES
Antología de poemas y vida.
(Siglo XIX)
LLEVABA un seno al aire, y en las manos
-nieve roja- una crespa clavellina.
Era honor de la estirpe gongorina
y gloria de los mares albertianos.
Brotó como clavel allá en los llanos
de Córdoba la fértiñ y la alpina,
y rodó como estrella y trasmarina
perla azul por los mares sicilianos.
Nunca la vi, pero la siento ahora
clavel de espuma y nácar de los mares
y arena de los puertos submarinos.
Vive en el mar la que mi vida honora,
la que fue flor y norte de mis lares
y honor de los claveles gongorinos.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
HA NEVADO en la luna, Rosa-fría.
Los abetos patinan por el yelo;
tu bufanda rizada sube al cielo,
como un adiós que el aire claro estría.
¡Adiós, patinadora, novia mía!
De vellorí tu falda, da un revuelo
de campna de lino, en el pañuelo
tirante y nieve de la nevería.
Un silencio escarchado te rodea,
destejido en la luz de sus fanales,
mientras vas el cristal resquebrajando....
¡Adiós patinadora!
El sol albea las heladas terrazas siderales,
tras de ti, Malva-luna, patinando.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
SOBRE la luna inmóvil de un espejo,
celebra una redonda cofradía
de verdes pinos, tintos de oro viejo,
la transfiguración del rey del día.
La plata blanda, ayuna de reflejo,
muere ya. Del cristal -lámina fcría-
dice la voz del vaho en agonía:
Doró mi lengua el sol, ¿ de qué me quejo ?
Las puertas del ocaso ya cerradas,
tapian de luto el campo. Negros perros,
a lo que nadie sabe, ocultos gritan.
Decapitando sueños, fatigadas,
sobre el túmulo alto de los cerros
las estrellas del valle se marchitan.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
¿QUIÉN rompió laqs doradas vidrieras
del cfrepúsculo? ¡ Oh cielo descubierto,
de montes, mares, vientos y parameras
y un santoral de par en par abierto!
Tres arcángeles van por las praderas
con la Virgen marina al blanco puerto
del pescado; ayunando, entre las fieras,
se disecan los Padres del desierto.
El Santo Labrador peina la tierra;
Santa Cecilia pulsa los pinares,
y el perro de San Roque, por el río,
corre tras la paloma de la sierra,
para glorificarla en los altares,
bajo la luz de este soneto mío.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
ESPÍRITUS de seis alas,
seis espíritus pajizos,
me empujaban.
Seis ascuas.
Acelerado aire era mi sueño
por las aparecidas esperanzas
de los rápigos giros de los cielos,
de los veloces, espirales pueblos,
rodadoras montañas,
raudos mares, riberas, ríos, yermos.
Me empujaban.
Enemiga era la tierra,
porque huía.
Enemigo el cielo,
porque no paraba.
Y tú, mar,
y tú, fuego,
y tú,
acelerado aire de mi sueño.
Seis ascuas,
eculto el nombre y las caras,
empujándome de prisa.
¡Paradme!
Nada.
¡Parazme todo, un momento!
Nada.
No querían
que yo me parara en nada.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
PÁJAROS, ciegos los picos
de aquel tiempo.
Perforados,
por un rojo alambre en celo,
la voz y los albedríos,
largos, cortos, de sus sueños:
la mar, los campos, las nubes,
el árbol, el arbolillo.....
Ciegos, muertos.
¡Volad!
-No podemos.
¿Cómo quieres que volemos?
Jardines que eran el aire
de aquel tiempo.
Cañas de la ira nocturna,
espolazos de los torpes,
turbios vientos,
que quieren ser hojas, flor,
que quieren.....
¡Jardines del sur, deshechos!
Del sur, muertos.
¡Airead!
-No podemos.
¿Cómo quieres que aireemos?
En tus manos,
aún calientes, de aquel tiempo,
alas y hojas difuntas.
Enterremos.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
Y EL MAR fue y le dio un nombre
y un apellido al viento
y las nubes un cuerpo
y un alma el fuego.
La tierra, nada.
Ese reino movible,
colgado de las águilas,
no la conoce.
Nunca escribió su sombra
la figura de un hombre.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
ALGUIEN detrás, a tu espalda,
tapándote los ojos con palabras.
Detrás de tí, sin cuerpo,
sin alma.
Ahumada voz de sueño
cortado.
Ahumada voz
cortada.
Con palabras, vidrios falsos.
Ciega, por un túnel de oro,
de espejos malos,
con la muerte
detrás de un subterráneo.
Tú allí sola, con la muerte,
en un subterráneo.
y alguien detrás, a tu espalda,
siempre.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
FEO, de hollín y fango.
¡ No verte !
Antes, de nieve, aúreo,
en trineo por mi alma.
Cuajados pinos. Pendientes.
Y ahora por las cocheras,
de carbón, sucio.
¡ Te lleven!
Por los desvanes de los sueños rotos.
Telarañas, polillas. Polvo-
¡Te condenen!
Tiznados por tus manos,
mis muebles, mis paredes.
En todo,
tu estampadp recuerdo
de tinta negra y barro.
¡Te quemen!
Amor, pulpo de sombra,
malo.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
SIN dueño, entre las ortigas.
piedra por pulir, brillabas.
Pie invisible.
(Entre las ortigas, nada.)
Pie invisible de la ira.
Lenguas de légamo, hundidas,
sordas, recordaron algo.
Ya no estabas.
¿Qué recordaron?
Se movió mudo el silencio
y dijo algo.
No dijo nada.
Sin saberlo,
mudó de rumbo mi sangre,
y en los fosos
gritos largos se cayeron.
Para salvar mis ojos,
para salvarte a ti que......
Secreto.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
LEÑADORAS son, ¡ defiéndete¡,
esas silbadoras hachas
que mueven mi lengua.
Hoces de los vientos malos,
¡alerta!,
que muerden mi alma.
Torre de desconfianza.,
tú.
Tú, torres del oro, avara.
Ciega las ventanas.
O no, mira.
Hombres arrastrados, fijos,
por las ciudades taladas.
Pregúntales.
O no, escucha.
Un cielo, verde de envidia,
rebosa mi boca y canta.
Yo, un cielo.....
Ni escuches ni mires. Yo....
Ciega las ventanas.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
No, no te conocieron
las almas conocidas.
Sí la mía.
¿Quién esres tú, dinos, que no te recordamos
ni de la tierra ni del cielo?
Tu sombra, dinos, ¿ de qué espacio?
¡Qué luz la prolongó, habla,
hasta nuestro reinado?
¿De dónde vienes, dinos,
sombra sin palabras,
que no te recordamos?
¿Quién te manda?
Si relámpago fuiste en algún sueño,
relámpagos se olvidan, apagados.
Y por desconocida,
las almas conocidas te mataron.
No la mía.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
Ese Ángel,
ese que niega el limbo de su fotografía
y hace pájaro muerto
su mano.
Ese ángel que teme que le pidan las alas,
que le besen el pico,
seriamente,
sin contrato.
Si es del cielo y tan tonto,
¿por qué en la tierra? Dime.
Decidme.
No en las calles, en todo,
indeferente, necio,
me lo encuentro.
¡El ángel tonto!
¡Si será de la tierra!
-Sí, de la tierra sólo.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
UN SUEÑO sin faroles y una humedad de olvidos,
pisados por un nombre y una sombra.
No sé si por un nombre o muchos nombres,
si por una sombra o muchas sombras.
Reveládmelo.
Sé que habitan los pozos frías voces,
que son de un solo cuerpo o muchos cuerpos,
de un alma sola o muchas almas.
No sé.
Decídmelo,
Que un caballo sin nadie ya estampando
a su amazona antigua por los muros.
que en las almenas grita, muerto, alguien
que yo toqué, dormido, en el espejo,
que yo, mudo, le dije....
No sé.
Explicádmelo.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
AZOTANDO, hiriendo las paredes, las humedades,
se oyeron silbar cuerdas,
alargadas preguntas entre los musgos y la oscuridad colgante.
Se oyeron.
Las oíste.
Garfios mudos buceaban
el silencio estirado del agua.
Y cuatro boquetes, buscándote.
Ecos del alma hundida en un sueño moribundo,
de alma que ya no tiene que perder tierras ni mares,
cuatro ecos, arriba, escapándose.
A la luz,
a los cielos,
a los aires.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
INMÓVILES, clavadas, mudas mujeres de los zaguanes
y hombres sin voz, lentos, de las bodegas,
quieren, quisieran, querrían preguntarme:
-¿ Cómo tú por aquí y en otra parte?
Querrían hombres, mujeres, mudos, tocarme,
saber si mi sombra, si mi cuerpo andan sin alma
por otras calles.
Quisieran de4cirme:
- Si eres, tú, párate.
Hombres, mujeres, mudos, querrían ver cñaro,
asomarse a mi alma,
acercarle una cerilla
por ver si es la misma.
Quieren, quisieran.....
-Habla.
Y van a morirse, mudos,
sin saber nada.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
VINO el que yo quería,
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas,
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel qwue a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para, sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce de mi pecho
y hacerme el alma navegable.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra.
Sobre los ángeles
GENTES de las esquinas
de pueblos y naciones que no están en el mapa,
comentaban.
Ese hombre está muerto
y no lo sabe.
Quiere asaltar la banca,
robar nubes, estrellas, cometas de oro,
comprar lo más difícil:
el cielo.
Y ese hombre está muerto.
Temblores subterráneos le sacuden la frente.
Tumbos de tierra desprendida,
ecos desvariados,
sones confusos de piquetas y azadas,
los oídos.
Los ojos,
luc es de acetileno,
húmedos, aúreas galerías.
El corazón,
explosiones de piedras, júbilos, dinamita.
Sueña con las minas.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
DENTRO del pecho se abren
corredores anchos, largos,
que sorben todas las mares.
Vidrieras,
que alumbran todas las calles.
Miradores,
que acercan todas las torres.
Ciudades deshabitadas
se puebla, de pronto. Trenes
descarrilados, unidos
marchan.
Naufragios antiguos flotan.
La luz moja el pie en el agua.
¡Campanas!
Gira más de prisa el aire.
El mundo, con ser el mundo,
en la mano de una niña
cabe.
¡Campanas!
Una carta del cielo bajó un ángel.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
SON puertas de sangre,
milenios de odios,
lluvias de rencores, mares.
¿Qué te hice, dime
para que los saltes?
¿Para que con tu agrio aliento
me incendies todos mis ángeles?
Hachas y relámpagos
de poco me valen.
Noches armadas, ni vientos
leales.
Rompes y me asaltas.
Cautivo me traes
a tu luz, que no es la mía,
para tornearme.
A tu luz agria, tan agria,
que no muerde nadie.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
PRECIPITADAS las luces
por los derrumbos del cielo,
en la barca de las nieblas
bajaste tú, Ceniciento.
Para romper cadenas
y enfrentar a la tierra contra el viento.
Iracundo, ciego.
Para romper cadenas
y enfrentar a los mares contra el fuego.
Dando bandazos edl mundo,
por la nada rodó, muerto.
No se enteraron los hombres.
Sólo tú y yo, Ceniciento.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
HUBO luz que trajo
por hueso una almendra amarga.
Voz que por sonido,
el fleco de la lluvia,
cortado por un hacha.
Alma que por cuerpo,
la funda del aire
de una doble espada.
Venas que por sangre,
yel de mirra y de retama.
Cuerpo que por alma,
el vacío, nada.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
TE INVITO, sombra, al aire.
Sombra de veinte siglos,
a la verdad del aire,
del aire, aire, aire.
Sombra que nunca sales
de tu cueva, y al mundo
no devolviste el silbo
que al nacer te dio el aire,
el aire, aire, aire.
Sombra sin luz, minera
por las profundidades
de veinte tumbas, veinte
siglos huecos ain aire,
sin aire, aire, aire.
¡Sombra, a los picos, sombra,
de la verdad del aire,
deñ aire, aire, aire!
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles