SON puertas de sangre,
milenios de odios,
lluvias de rencores, mares.
¿Qué te hice, dime
para que los saltes?
¿Para que con tu agrio aliento
me incendies todos mis ángeles?
Hachas y relámpagos
de poco me valen.
Noches armadas, ni vientos
leales.
Rompes y me asaltas.
Cautivo me traes
a tu luz, que no es la mía,
para tornearme.
A tu luz agria, tan agria,
que no muerde nadie.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
Sobre los ángeles
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