Quia tu es Deus, fortitudo mea, quare me sepulisti? et quare tristis incedp dum affligit me inimicus?
El encanto secreto del enemigo es otro.
Permanecer. Quedarse en la luz del instante.
Permanecer clavados en su belleza triste
y evitar la inocencia de las aguas nacidas.
Que al balido reciente y a la flor desnortada
y a los senos sin huellas de la monja dormida
responda negro toro de límites maduros
con la flor de un momento sin pudor bi mañana.
Para vencer las carne fuerte del enemigo,
mágico prodigioso de fuegos y colores,
das tu cuerpo celeste y tu sangre divina
en este Sacramento definido que canto.
FEDERICO GARCÍA LORCA