Era la gran reunión de los animales muertos,
traspasados por las espadas de la luz.
La alegría eterna del hipopótamo con las pezuñas
de ceniza
y de la gacela con una siempreviva en la garganta.
En la marchita soledad sin onda
el abollado mascarón danzaba.
Medio lado del mundo era de arena,
mercurio y sol dormido el otro medio.
El mascarón. ¡ Mirad el mascarón!
Arena, caimán y medio sobre Nueva York.
FEDERICO GARCÍA LORCA
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