A Bebé y Carlos Morla
Es por el silencio sapientísimo
cuando los cocineros y los camareros
y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles
o en los ángulos del salitre.
Un viento sur de madera oblicuo en el negro fango
escupe a las barcas rotas
y se clava puntillas en los hombros.
Un viento sur que lleva colmillos, girasoles alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.
FEDERICO GARCÍA LORCA
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