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Todos los elefantes del circo
padecemos del corazón,
-debido al miedo al suplicio
de los entrenadores al duro trabajo,
a la vergüenza de haber llegado a ser mansos domesticados;
al ridículo de poner nuestras toneladas en pie
para bailar el vals de Strauu-.
Todas las morsas del circo
padecemos también del corazón,
al igual que algunas alondras
que en cautividad soportan extrañas arritmias
y cantan con la aurícula izquierda
en vez de con las alas.
GLORIA FUERTES💓💓💓💓
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