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¡Oh meca! de lujurias y avisperos,
quid de las hinchazones.
¡Oh desembocadura! de los eros;
higuera de pasiones,
crótalos pares y pecados nones.
Al higo, por él mismo vulnerado
con renglón de blancura,
y orines de jarabe sobre el lado
de su mirada oscura,
voy, pero sin pasar de mi cintura.
Blande y blandea el sol ennegrecido,
el tumor inflamable.
El pájaro que siente aquí su nido,
su seno laborable,
se ahogará de deseo antes que hable.
MIGUEL HERNÁNDEZ 💓💓💓