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El olivo, tan hombre.
Un aire masculino
con tórtolas del género
del vulnerado silbo.
No el caos de la carne.
El orden del espíritu.
Otros otros que vayan,
guiado su albedrío
por el de la vereda,
que yo vengo rendido,
sin polvo que me guíe,
guiado por mí mismo.
Sin arrimo de nadie,
con mi fe, con mi arrimo;
regraciado con Dios,
con el mundo remiso.
¿Libertades de campos?
¿Celdas de paraísos?
Me despojo del cuerpo.....
Me venzo, mi enemigo.
MIGUEL HERNÁNDEZ 💓💛💜
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